Mi experiencia
Hace 25 años entré por primera vez en un gimnasio, tenía 17 años recién cumplidos. Días antes había estado convenciendo a mi padre de la importancia del deporte en mi vida. Mi padre es una de las personas más importantes para mí, fue y será siempre un referente dentro de mi vida personal y profesional. Aún recuerdo que no me costó demasiado convencerle, nunca me impuso nada, él consideraba que cada uno debe decidir en cada momento que quiere hacer con su vida.
Al entrar en este gimnasio, concretamente en el vestuario, recuerdo aquel olor característico de los gimnasios de los años 80 -en aquella época no había más de 3 gimnasios en todo Madrid- rodeado de auténticos culturitas, todavía recuerdo una papelera con restos de sustancias prohibidas, el gran mito del culturismo, los esteroides.
Una época marcada por la obsesión de ponerse más fuerte que el vinagre, sin importar las consecuencias de ese tipo de sustancias. Por suerte nunca entré en esa tentación, todo lo contrario, comencé a centrarme y a conocer en la importancia de una dieta sana.
Es curioso ver cómo cambian los tiempos, hoy el 90% de las persones recurren a un entrenador personal, no para conseguir un cuerpo de culturista, sino de modelo.
En los últimos años he ido perfeccionando el entrenamiento de super definición, un sistema entrenamiento que no tiene nada de efectividad, si no hacemos una de las dietas más estricta de todos mis entrenamientos. Como me gusta decir a las personas que confían en mí como entrenador personal: “ yo pongo el 50% por ciento y tú un candado en la nevera”. En este sistema aplicamos triseries a repeticiones muy altas, con mínimos descansos. Los clientes a los que he aplicado estos entrenamientos dicen que son los entrenamientos más duros a los que se han enfrentado nunca, pero de igual modo, los resultados son impresionantes. Me gusta combinarlos al aire libre trabajando el aeróbico, etc.
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